LA VIDA SIGUE IGUAL
Hablando de lo importante, así es. Ya sea por que-los que
tienen el poder- “no se quieren enterar” que deben usarlo buscando el bien
común, ya sea por que los intereses de grupo encuentran la inconsciente
colaboración de quienes gustarían de estar en la misma situación de predominio
para obtener sus mismas ventajas; o que-adormecidos por la palabrería
anestesiante de la publicidad persistente-se dejan convencer de lo que carece
de una mínima consistencia intelectual y eficiencia social.
Oigo machaconamente a los sostenedores-de hecho-del “régimen”
decir a los que consideran sus “contrincantes”: “si queréis cambiar esto o lo
otro ganad las elecciones”-desde la convicción de que no van a conseguirlo. Lo
que no confiesan, ni a sí mismos, es el motivo: la ventaja abismal de su punto
de partida. ¿Cómo van a llegar a las mentes de sus conciudadanos quienes tienen
algo nuevo que decir si todo se confabula para evitarlo? Si antes de las
elecciones se da cancha a los partidos “tradicionales”–por el mero hecho de
serlo. Si cuando-como concesión generosa-otorgan a los emergentes en una
televisión privada una mínima
atención y-en lugar de preguntarles por sus ideas-se pasan tres cuartas partes
de la sesión examinándoles de “cultura” europea o tocando cuestiones
periféricas, ¿quieren mantener que nos están abriendo cauces para conocer por
qué hay quienes desean cambiar las cosas que no van bien para la generalidad? A
“los de siempre” los conocemos, al menos, por sus hechos. Lo que necesitamos
los ciudadanos de a pié es que los que aspiran a cambiar la situación tengan la
posibilidad de-en debates abiertos y en condiciones de igualdad-discutirle al Poder
lo que consideran que hace mal ( y cuando digo Poder, me refiero al político
económico y social); y tener la ocasión de contrastar sus propuestas ante la
opinión pública sin tener que ser espectadores silenciados de la interpretación
interesada (en tertulias múltiples) que otros hacen del propio pensamiento; y
sin que, además, tengan capacidad para la réplica. Con tales comportamientos no
hay manera de culturizarnos políticamente. Y así, decir que estamos en una democracia
transparente y justa, deviene en una distorsión del lenguaje.
¿Han calculado las horas que lleva el poder tratando de convencernos de las
excelencias de la institución monárquica o de lo beneficiosa que es para el
interés general? Se trata de crear “imagen” con la artillería pesada de la
propaganda-no con argumentos-para apuntalar una institución que algunos
consideran fundamental para la “cohesión” de la patria. Pues miren: no quiero
fundar la estabilidad de mi país en una mentira. Por que eso es todo lo que se
monta con “imagen”. ¿Cómo se puede sostener, sin ruborizarse, que es saludable
una institución a la que hay que escribirle sus discursos, decirle lo que tiene
que hacer, lo que debe callar, cómo debe vestir, qué tiene que ocultar?. ¿Es
que nadie quiere ver que tal papel no es digno ni para la persona que lo
encarna? Un “correveydile” del gobierno de turno ¿puede ser árbitro de algo?
Quien-por haber nacido en el seno de una familia determinada-tiene garantizado
no solo el sustento sino, además, se le supone la inteligencia y la sabiduría
que se requiere para la supuesta función ¿no resulta el hecho un absurdo lógico
y una concepción política aberrante? ¿No implica creerle dotado de una
protección divina especial incluso en aquellos casos en que el rey resultó ser
un imbécil? ( y no se trata de un insulto sino de hechos históricos
constatados.) ¿No implica la realeza creer en una doctrina que, por fortuna, hace
siglos hemos dejado atrás? (¿o no?)
La estabilidad y cohesión no se puede fundar en una “imagen”
sino en leyes que busquen el bien general, en comportamientos que vayan en la
misma dirección, en una judicatura que persiga la verdad; en la supresión del
caciquismo, las conductas nepóticas o corruptas allí donde las haya; en la
transparencia del ejercicio de los poderes públicos y privados, en el control
de sus servidores por parte de los ciudadanos-bien mediante tribunales
populares extraparlamentarios representativos bien por acción
directa(referéndum)-según los casos; en el compromiso de los privilegiados-lo
sean por las leyes o por la naturaleza condicionada-con el interés general; por
la colaboración de las empresas, la ciencia y de los funcionarios para
beneficio de todos; en el fomento del compromiso con el gobierno de la nación
del conjunto de sus mandantes. Esa colaboración que se teme cuando se llega al
poder y que, sin embargo, da verdadera solidez a la vida real si se induce al
votante a pensar, a participar; a controlar los impulsos egoístas, a mirar más
allá de su yo y su familia- desde la certeza de que así ganamos todos en felicidad individual y
colectiva…Pero para que esto sea posible hace falta: una nueva actitud ética,
convicción y voluntad política-que no hay. Por eso digo lo de la canción: la
vida sigue igual.Andrés L. Amboage
...y, tal vez, siga igual durante mucho tiempo. Ya Cicerón lo decía en sus Catilinarias, y, aún Catilina sigue rondando por este mundo incorregible.
ResponderEliminarEn fin, a nosotros nos toca aportar el grano aunque lo coman en el granero.
Un afectuoso saludo, Andrés.
Antonio Puertas