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Belvís

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Seminario Menor de la Asunción - Santiago

jueves, 27 de febrero de 2014

DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN
Cada día tengo más claro que para ejercer de gestor público hacen falta estas condiciones básicas: la actitud (y aptitud) para buscar el Bien Común; y la Voluntad de Verdad ( en íntima conexión con las anteriores.) Pues bien-una vez más-ni unas ni otra cualidades observé en el “Debate” del Estado de la Nación.
Yo creía que debate es sinónimo de controversia y que tales actividades implican voluntad de “ver” y evaluar las razones del otro para tratar de encontrar en común la solución para el bien general que-supuestamente -se busca desde la conciencia de las propias limitaciones y miopías. En su lugar constaté: el empecinamiento de los partidos mayoritarios en no reconocer las propias culpas en la generación y desarrollo de la hecatombe económica y social presente-en medio de omisiones, verdades a medias y mentiras manifiestas; y el repetitivo y hastiante “tú más”-utilizado como mecanismo de autoprotección. Vi a los partidos minoritarios-revestidos de la túnica de inocencia que proporciona la lejanía del poder-decirle notables verdades al jefe del ejecutivo; y las respuestas displicentes-desde una actitud altanera-de quien se cree revestido de una superioridad proporcionada por la mayoría absoluta en la Cámara; como si la hubiesen obtenido tras debates sinceros y honestos, con razonamientos traducibles en realizaciones verificables, y no por el uso masivo de la publicidad y la propaganda despersonlizantes. Vi a todos hablar para la  ”galería”; y los percibí instalados cómodamente en el mismo “polideportivo”. No les vi apuntar-en ocasión tán singular-a los cambios estructurales que afectarían a la concepción de la economía, de las instituciones; a los comportamientos y a los instrumentos de control para evitar en el futuro crisis como la que nos atosiga: el mal gobierno, la arbitrariedad e incompetencia de los gestores, la corrupción; la (i)rresponsabilidad social de políticos, empresarios y banqueros, que les permite mantenerse en el camino trillado del “ladrillo”  y el turismo como manera fundamental de organizar la producción…No les oí proponer reformas constitucionales que favorezcan tales remedios, ni cambios legislativos de calado.  Aprecié-junto a intentos de “barrer para casa”- “parches”, propuestas de medidas puntuales-genéricas y conformistas con el sistema-que además de revelar falta de ideas están lejos de conectar con las necesidades perentorias de la ciudadanía.

Yo le pido al sr Rajoy que retire su hipócrita gratitud por mi  “contribución” a la salida de la crisis. No es voluntaria sino forzada. Usted no solo me ha tocado el bolsillo como jubilado. Ha desacreditado el estado de derecho con su comportamiento. Por que, además de hacer lo contrario de lo que prometió-a conciencia de que mentía-habiendo cumplido yo mi parte del trato, a saber: cotizar para que otros tuviesen su pensión, usted me arrebató un derecho adquirido a percibir la propia en concordancia con el IPC, mientras favorece-a mi costa-a los actores necesarios del desastre, al tiempo que se prepara-según dicen los expertos-para salvar mediante un nuevo banco malo, esta vez, a los empresarios. En los males: “todos hermanos”. En la abundancia: “sálvese el que `pueda”. ¿Marca España, por una parte, y ética capitalista, por otra? 
Andrés L. Amboage

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